[Arata Review] RAD [PS4]
Lo mejor de la ambientación de los 80s y 90s se unen en un videojuego que –Literalmente, es una carta de amor que le paga tributo a esa época.
Música de sintentizador, épico narrador, mutantes, gorras, luces de neón y lo que se te ocurra que fue emblemático para los niños de finales de los ochenta y principios de los noventa, lo encontrarás en RAD, un juego que encima de no estar satisfecho con todo el cariño que le dedica a la época, es bastante entretenido.
Historia
Eres un adolescente con actitud en un mundo post-apocalíptico destruido por la radiación (Qué novedad) que vive en una comunidad alejada del peligro de los efectos nucleares junto a adultos que han mutado gracias a ello, otros chavitos que disfrutan pasar el tiempo jugando maquinitas de arcade y el narrador del juego con épica voz ala Morgan Freeman.
Con la esperanza de recuperar el planeta de los mutantes y volver a la gloriosa civilización que era, el campamento envía a los adolescentes que han liberado su ADN para poder sobrevivir a los altos niveles de radiación e inclusive mutar habilidades nuevas que les ayudarán a sobrevivir dicho asalto.
Ya preparados y con su fiel bate para agarrar a batazos a toda criatura amorfa que se encuentren, los adolescentes tendrán la misión de activar los Respirators, que los ayudarán a que renazca la naturaleza y al mismo tiempo abrir las puertas de antiguos templos tecnológicos, ahora invadidos por criaturas sobredesarrolladas por la radiación, para recuperarlos y regresar al Planeta Tierra a lo que solía ser. Un lugar cool.
Gameplay
El esquema de juego genera mundos al azar cada que inicias una partida nueva en una ambientación en 3D asimétrica.
La acción se desenvuelve peleando contra criaturas mutadas que al ser derrotadas te darán parte de su ADN lo cual irá llenando una barra en la parte superior de la pantalla –Logra llenarla toda y podrás desarrollar una habilidad nueva, ya sea ofensiva o defensiva. Desde alas que te permiten dar un doble salto y planear por el mapa hasta una criatura amigable que puede disparar desde tu espalda o colocarla en el piso para que funcione como una torreta de vigilancia, las mutaciones son demasiadas y las combinaciones son al azar también.
Mientras avances en el juego irás descubriendo cassettes como los que solíamos utilizar para escuchar música en nuestros Walkman –éstos fungen como la moneda del juego. Colecciona suficientes y podrás comprar mejoras e ítems que te servirán a sobrevivir cada vez más y llegar más lejos en cada aventura que inicies. También encontrarás Floppy Disks, los cuáles, como los cassettes, te servirán para comprar cosas de mayor prestigio o abrir cofres con ítems aún más especiales, pero eso si, los disquitos de 3 ½ son más difíciles de conseguir.
Música
No está de más puntuar que el repertorio sonoro en el juego es de lo que también aporta identidad a la época a la que hace referencia al juego. Es agradable dejar el juego en pausa (Y ver los modelos de los personajes mientras está pausado el juego) para escuchar la canción que se encuentra en ese momento de fondo. Sintentizadores al por mayor.
Definitivamente la música de RAD es otro párrafo en el poema de lo mejor de nuestra niñez, para lo cual ambienta demasiado bien el juego y hace de la experiencia de juego algo de lo más ameno; es tan efectiva que el efecto envolvente te lleva en una máquina del tiempo imaginaria y logra esa sensación de olvidar lo que tienes a tu alrededor.
Gráficos
Los modelos están muy bien trabajados y los escenarios son lo más psicodélicos posibles. Los tonos de verde, rojo y morado los ves por todas partes y se mezclan demasiado bien con la ambientación a la que está dirigida el juego.
Quizá lo que pueda parecer saturado sea cuando llegan los momentos en los que la pantalla se te llena de enemigos. Entre bolas de juego, escupitajos verdes radioactivos y demás porquerías que se te avientan a diestra y siniestra es bastante posible que se te pierda de vista tu adolescente, pero es solo por un instante y si sobrevives buscando refugio te aseguramos la experiencia no será menos por estos detalles visuales que aunque confusos por unos seugndios, no dejan de ser hermosos.
Pensamientos Finales
La oda de cariño a esa época encaja perfectamente en un juego que a decir verdad, es un híbrido del Beat’em Up arcade roguelike y lo que resulte.
A pesar de haber demasiados juegos con la temática de los visuales de neon, lo radical y chido de su época, RAD es una amalgama que cuando lo ves de cerca es algo así como un rompecabezas que queda justo, sin que le sobren piezas pero que probablemente pueda ser más.
¿Cuál es la carencia que lo aleja de la perfección? La falta de un modo multijugador. Sólo imagínalo por un segundo. Disfrutas de un juego que te deja un enorme sabor de boca, que no está enfocado directamente a una historia o campaña que lo obliga forzosamente a ser de un participante (Y no todos hacen eso) ¿Y en qué terminas? Obviamente pensando en “Demonios, esto sería del doble al cuádruple de divertido si pudiera jugarlo con amigos y extraños”.
Es sorprendente que cuando llegan juegos de una calidad superior a la del promedio, satisfactorios y con un replay value sólido en pleno 2019 no tengan la opción para jugarlo con tus amigos (Hice el mismo coraje con Moon Hunters, aunque ése al menos tiene multijugador local) –Pero ese es tema para otra ocasión.