Carimara: Beneath the Forlorn Limbs no busca asustarte de golpe, sino sumergirte con calma en un misterio de terror folclórico, donde cada raíz sangrante y cada cuerpo marcado parecen susurrar secretos antiguos. Bastinus Rex convierte este título en una experiencia sensorial única. Atrévete a descubrir los secretos que esconde nuestra review y explora este juego que forma parte del The Horror Games Awards Shalloween Showcase 2025.
El viaje de Bastinus Rex
Bastinus Rex es de esos creadores solitarios que convierten el aislamiento en arte. Su nombre circula entre foros y comunidades indie como el de un artista obsesionado con lo orgánico, lo deforme, lo bello en su descomposición. Con Carimara, su debut en Steam, lleva esa fascinación a un extremo: un descenso visual y sonoro hacia un universo donde la carne es arquitectura y la arquitectura respira.
El proyecto comenzó como una pieza experimental, una especie de escultura digital interactiva. Con el tiempo, mutó en una experiencia narrativa y sensorial que evita la linealidad y abraza lo simbólico.
Historia
La historia no se explica, se intuye, y en ese silencio reside su fuerza. Una breve introducción permite entender nuestro papel en esta cabaña llena de secretos, inspirada en leyendas de Normandía. Lo que sigue queda abierto a interpretación: personajes misteriosos e intimidantes, locaciones repletas de enigmas y una serie de cartas que nos ayudan a descubrir qué ocurrió en la cabaña del bosque.
El jugador, más que un protagonista activo, se convierte en testigo de un proceso: algo está muriendo o transformándose, y nosotros estamos dentro. Cada movimiento es casi una plegaria; cada paso, un intento de comprender lo incomprensible.
Jugabilidad
Carimara se mueve en el terreno del horror contemplativo. La interacción es mínima y la tensión, constante. No hay combates ni puzzles evidentes, sino una sensación de fragilidad absoluta. Caminar, mirar, escuchar: todo pesa.
Al deambular por la cabaña, el jugador encuentra cartas que desbloquean diálogos y revelan fragmentos del misterio que esconden los personajes, permitiendo avanzar en la historia de manera gradual y sutil.
El juego exige paciencia y sensibilidad; no ofrece recompensas tradicionales, pero a cambio entrega atmósferas densas y momentos que parecen arrancados de una pesadilla escultórica. La experiencia es más emocional que mecánica, lo que la hace tan fascinante como incómoda.
Diseño visual
El gran logro de Carimara radica en su arte: un pixel art que respira, donde cada textura orgánica parece tallada en hueso, corteza o carne. Cada escenario late con vida propia, como un retablo biológico que combina belleza y grotesco en cada detalle.
Bastinus Rex domina la luz como un bisturí: rojos intensos, sombras húmedas y estructuras que oscilan entre lo divino y lo monstruoso. Cada rincón invita a detenerse, a observar y descubrir secretos ocultos que solo el ojo atento puede percibir. En Carimara, mirar no es un acto pasivo, sino una exploración constante de horror y fascinación.
Sonido y atmósfera
La banda sonora es un eco interior. No hay melodías, sino respiraciones, crujidos y murmullos que se adhieren al oído. A veces el silencio domina, y es precisamente ahí donde el terror florece.
El diseño sonoro es físico: no lo escuchas, lo sientes. Cada paso reverbera como si caminaras dentro de un cuerpo. En lugar de acompañar, el sonido amenaza. Y esa amenaza se vuelve hipnótica.
Conclusión
Jugar Carimara es como observar una cirugía espiritual. Hay momentos en los que el asco y la belleza se confunden, donde uno no sabe si avanzar o cerrar los ojos. Es un título que no busca entretener, sino provocar. Y en eso, triunfa. Su ritmo lento y su estructura minimalista pueden alienar a quienes buscan acción o claridad narrativa. Pero para quienes disfrutan de los juegos que dejan huella, Carimara es una herida abierta que se niega a cerrar.
El título está disponible con descuento en Steam, y es para quienes se atreven a mirar lo que otros prefieren ignorar. Una invitación a perderse entre raíces, cuerpos y memorias.