RetroSpreectiva: La dificultad en los juegos de video
Todos hemos tenido ese momento en nuestras vidas en la que el control de nuestra consola favorita ha sido la víctima (En la mayoría de los casos) debido a la frustración y molestia que nos ha causado un juego, una escena, un nivel en particular. Podríamos llenar un salón de fiestas de puros videojugadores y todos confirmarían que en algún momento tuvieron que pasarse ese trago amargo.
Fueron esos momentos que nos formaron como los videojugadores que somos ahora. La frustración era real por que antes no teníamos guías en internet (Walkthroughs), videos de YouTube ni páginas de códigos. Teníamos que vivir la experiencia tal cual, cruda como solo la vida puede ser y en la mayoría de los casos, aprender a la mala. Sin embargo, aunque muchos cruzamos los mismos caminos, a unos se les hacía un poco más atareado que a otros y las opiniones se abrieron sobre cómo y qué tan difícil puede ser un videojuego.
Muchos a veces no están de acuerdo con que un juego sea demasiado fácil, otros se quejan de que hay juegos bastante buenos pero tan sencillos que parecen dirigidos a un público menor ya que carecen de reto… Y a otros solo se les hace imposible. Lo que no es difícil es lograr identificar porque un juego es más sencillo para uno que para otro, ya que todos tenemos nuestro estilo propio de saber disfrutar un juego (Y estresarnos).
Desde el inicio de los tiempos los videojuegos eran sencillos, o mejor dicho, simples. Antes de contar con una trama o historia, sólo tenían un objetivo. Vaya, algunos eran una sola pantalla y todo se trataba de hacer puntaje, avanzar o aguantar lo más posible para acumular la mayor cantidad de puntos. En algunos casos la dificultad incrementaba con más enemigos en pantalla o velocidad, pero simple. No tenían un final, quizás llegabas al nivel 99 y de ahí volvías al nivel 0, pero seguías acumulando puntos y el reto era para el siguiente en jugar, que superara tu puntuación.
Cuando comenzaron las consolas caseras, los videojuegos comenzaron a romper las barreras de los retos y eran mucho más elaborados y extensos. Cada juego tenía diversos niveles y acostumbraban a incrementar la dificultad conforme avanzaras de etapa, siendo la siguiente más difícil que la anterior. Era una manera formar al videojugador, pasando las etapas más fáciles a manera de entrenamiento y tutorial para estar preparado para lo que viniera. Así, si te atorabas y perdías tenías que empezar desde el principio para pulir cada vez más tus habilidades haciéndote cada vez mejor en el juego.
Otros juegos te daban a elegir que tan difícil querías el juego. Podías elegir entre fácil, normal o de plano difícil (Y alguno que otro masoquista en experto), sin embargo el concepto era muy similar al anterior, ya que algunos juegos no te dejaban ver los últimos niveles o el final más reconfortante a menos que lo terminaras en la dificultad más exigente, y para eso podías practicar con las más sencillas.
Luego de los juegos que te ‘ayudaban’ a entrenarte, estaban los otros que relativamente si se manchaban con la dificultad y se ganaron a pulso el título de imposibles. Bueno, no, eran pasables, pero eran ridículamente frustrantes, estresantes y casi en todos no valía la pena el final. Juegos imposibles pueden ser varios factores, como el hecho de que los enemigos puedan responder a tus acciones casi inmediatamente, que estén esperándote en un punto ciego, que no existan puntos de descanso, energía, etc.
Además de todos estos factores hay juegos en los que la dificultad radicaba más en otras cosas de las que no tenías ni idea hasta que tenías el control en la mano. Se dice que para poder jugar un juego, lo más importante es control. Sin tener el control sobre tus acciones en el juego éste se hacía relativamente difícil. Probablemente más de uno partió su control en dos pensando que algo andaba mal con el aparato cuando realmente el movimiento del juego era lo que en realidad lo hacía sentirse tan duro y pesado. El juego estaba diseñado así, quizás a propósito, quizás no, pero era una manera de hacerte sentir que la dificultad del juego iba de entretenida a injusta.
También los había (Bueno, aún) como hoy en día les llamamos los trolles. Si bien pasabas un juego en la dificultad más sencilla y tenías que repasarlo en una más compleja tenía un objetivo, pero si el juego desde el comienzo ya era complicado, imagina terminarlo para que te salgan con ‘Oh, era todo una ilusión, necesitas volver a pasar todo, igual de difícil y complicado, otra vez. Beause reasons‘. ¿Se imaginan cuantos niños de 14 años se quedaron calvos del coraje?
Al final de todo, el juego era reconfortante, veías el final y lograbas descubrir como terminaba la historia hasta que te sale un mensaje con el porcentaje obtenido y el número de medallitas de colores que obtuviste y que te hicieron falta para poder saber realmente que pasa con los personajes al final. Y ahí vas de nuevo. Podrías pasar el mismo juego, pero tendrías que encontrar los caminos secretos, encontrar todos y cada uno de los ítems, notitas, estrellas o moneditas y terminar los niveles en tiempo récord para poder entonces sí, tener todo de color oro mostrando que hiciste todas las cosas que no habías hecho para ver exactamente el mismo final, más un mensajito extra de ‘The end‘ y tu enorme 100% en la cara. Que para variar, antes eso no se guardaba porque los juegos no tenían memoria interna, y tenías que hacerlo cada vez que quisieras completarlo.
Después de unas buenas horas de intentarle y pasar el juego como a ti te gusta te das cuenta de ¿A quién no le gusta un buen reto realmente?
No todos los juegos tienen las mismas características y eso es lo que los hace únicos en muchos aspectos. Terminar un juego la primera vez es reconfortante y muchos a veces no lo vuelven a tocar, pero añadirle ese reto le da esa re-jugabilidad que termina llamando a más de uno. Otros juegan y pasan el juego una y otra vez, independientemente de la dificultad o las condiciones para obtener el mejor final por el simple hecho de vivir la experiencia y quizás más adelante, después de hacer lo mismo una y otra vez, te da por intentar cumplir esos retos que sabes le darán otro sabor a tu juego favorito.
Para los juegos que naturalmente son difíciles, todos somos capaces de pasarlos, unos más fácil que otros, pero todos podemos. La calma es el secreto y el juego sabe que si te estresas te equivocas, por eso tiene ese grado de dificultad. Muchos inclusive lo dejan y, a veces, darle un par de días antes de regresar a esa parte donde te atoraste ayuda a tener otra visión y vez muchas cosas fuera de cuadro, ayudándote a ti mismo a pasar esa parte tan compleja (Lo mismo aplica con muchos jefes!). Y vaya que es satisfactorio.
¿Te sientes lo suficientemente apto para terminar ese juego que nunca pudiste? Inténtalo de nuevo. Te aseguramos que lo vas a librar y hasta te vas a decir ‘¿Enserio? ¿Lo pasé así de fácil?’. Sí, claro que puedes!
¿Recuerdas que juego, nivel o jefe te hizo casi querer romper una ventana aventando el control? ¿Que te hizo maldecir a tal grado que tu mamá te regañara y castigara? ¿Recuerdas qué hiciste para superarlo? ¿No lo has superado? ¿¡QUE ESPERAS!? Platícanos tu historia!
El equipo editorial de ArataBlog nos comparte sus traumas!
En cuanto al nivel de los videojuegos de hoy en día, siento que se ha ido adaptando a los nuevos videojugadores, debido a que la nueva generación no tuvo la oportunidad de jugar los títulos de 8 bits, los cuales le exigían mas a la persona.
-Pablo ‘imset’